“En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir.” (Lucas 10:1)
El tema principal de este 14º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en nuestro deber misionero de compartir con los demás la alegría de nuestra verdadera identidad, que es ser hijos e hijas de Dios, y nuestra fe católica por las instrucciones de nuestro Señor sobre cómo cumplir nuestra misión de la evangelización, realizando nuestra verdadera vocación.
Recordamos el domingo pasado, XIII Domingo del Tiempo Ordinario, discutimos sobre la urgencia de cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, proclamando la Buena Nueva del Evangelio al mundo y la importancia de compartir nuestra fe cristiana con los demás, a partir de nuestra identificación de quién es realmente Jesús para cada uno de nosotros y nuestra relación personal con el Señor. Además, Jesús nos recordó el domingo pasado que una vez iniciada esta obra o ministerio, debemos entregarnos por completo a ella, poniendo toda nuestra atención y energía en las tareas, y no mirar hacia atrás con incertidumbre, vacilación o energía disipada para realizar y producir en abundancia muchos buenos frutos para glorificar a Dios.
Las lecturas de hoy continúan el tema de la semana pasada en el que el Señor nos da algunos consejos o guías concretas y específicas para ayudarnos a cumplir con nuestros deberes esenciales y verdaderas vocaciones para la evangelización.
Evangelizar significa llevar la Buena Noticia de Jesús a cada situación humana y tratar de convertir a las personas y a la sociedad por el poder divino del mismo Evangelio. En su esencia están el anuncio de la salvación en Jesucristo y la respuesta de una persona en la fe, que son ambas obras del Espíritu de Dios, transformando al fiel a imagen y semejanza de Cristo a través de un proceso de conversión permanente de una experiencia de cambio de vida por el poder del Espíritu Santo.
La evangelización ocurre cuando la palabra de Jesús con la gracia y el poder de Dios habla a los corazones y las mentes de las personas, cuando las personas aceptan el Evangelio libremente, como las "buenas noticias" que debe ser y produce frutos de vidas cambiadas y un mundo cambiado, lleno de santidad y justicia, espiritualidad y paz.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a evangelizar el mundo, a cumplir con nuestro deber misionero y a cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos a seguir evangelizando y llevando a cabo la misión de predicación de Jesús?