“Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso” (Mateo 11:29).
El tema principal de este 14º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en nuestra virtud cristiana de la “mansedumbre”, que debemos practicar en nuestra vida diaria, siguiendo la invitación y el ejemplo de Jesús. La palabra "manso" proviene de una antigua palabra inglesa "meke" o "meoc", que significa "suave" o "no fácil de provocar". Es un equilibrio entre la indignación excesiva, la ira incontrolable y la completa indiferencia e insensibilidad. Por lo tanto, mansedumbre significa: (1) humildad, paciencia o docilidad, (2) sumisión o conformidad; (3) amabilidad.
Hablando teológicamente, la “mansedumbre” es una virtud de justicia, humildad, docilidad, una disposición a ser paciente, a soportar longanimidad por justicia, la apertura a Dios, o la voluntad de seguir las enseñanzas del Evangelio, que es un atributo de un verdadero discipulado. Los que carecen de mansedumbre están tan convencidos de su propia suficiencia, superioridad y conocimiento que son incapaces de ser enseñados. Sin mansedumbre, el discipulado no es posible. Por lo tanto, solo la persona mansa, que reconoce la realidad de su pecaminosidad y sus condiciones de necesidad ante Dios, es receptiva a Su perdón sanador y su guía. Por esta razón, “mansedumbre” es un término apropiado para describir al Mesías largamente esperado de Israel, así como el corazón y la mente de Jesucristo.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a practicar la virtud cristiana de la mansedumbre, a seguir más de cerca a Jesucristo, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra corresponsabilidad cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a practicar la mansedumbre, imitar y confiar en la fuerza de Cristo a través del Espíritu Santo?