“En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta” (Mateo 13:23).
El tema principal para este 15º Domingo del Tiempo Ordinario se enfoca en la Palabra de Dios que Él realizará el propósito por el cual ha sido pronunciada, para cumplir Su voluntad, intención y propósito, de acuerdo con Su manera y en Su tiempo.
En el Antiguo Testamento, el evento de la creación en el libro de Génesis, el poder o la acción omnipotente de Dios se canaliza, pronuncia y realiza a través de la Palabra de Dios. Por lo tanto, una palabra es más que solo el sonido, la enunciación de una idea, sino una entidad dinámica que avanza hacia su realización en el tiempo y el espacio debidos.
Al igual que el agua, una vez derramada, no se puede recuperar, una palabra, una vez pronunciada, no se puede revocar. Una palabra dada va acompañada de la reputación, la autoridad y el consentimiento del hablante. Mal dicho, puede causar consecuencias drásticas. “Las palabras matan o dan vida; son veneno o fruto, tú eliges” (Proverbios 18:21). La vida o la muerte está articulada, en una palabra. Por lo tanto, debemos tener cuidado con él.
En el Nuevo Testamento, la Palabra de Dios, que es el poder de Dios para la salvación, se presenta de la manera más maravillosa, la verdad última de la Revelación de Dios, en Jesucristo, cuyos actos, enseñanzas, Pasión y glorificación están bajo la guía del Espíritu (CIC #124).
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a aceptar, confiar y compartir la Palabra de Dios, seguir a Jesucristo más de cerca, arrepentirnos de nuestros pecados, ejercer nuestra mayordomía cristiana, usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando de las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a evaluar la naturaleza de nuestro suelo espiritual (por ejemplo, mente, corazón) para acoger y responder a la Palabra de Dios, incluso en pruebas o tribulaciones?