“Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero” (Mateo 13:30).
El tema principal de este Décimo sexto domingo del Tiempo Ordinario se centra en la caridad, el cuidado y el gobierno de Dios, quien es extremadamente paciente, tolerante, compasivo, misericordioso y esperanzado con toda su creación, en contraste con nuestra tendencia a juzgar, distinguir, discriminar, menospreciar, marginar y disponer unos de otros.
A menudo enfatizamos nuestras diferencias que nos atraen a la separación, para aumentar nuestro ego, para darnos una falsa sensación de superioridad o grandiosidad, pero nos olvidamos de lo que tenemos en común, para promover el compartir mutuo, la unión, el aprecio y el tiempo que necesitamos para el proceso y el crecimiento.
Nuestro énfasis en la segregación y expulsión de personas debido a nuestras diferencias percibidas ha causado una gran intolerancia y un trato inhumano en la historia humana. Esas diferencias percibidas basadas en raza, color, religión, sexo, origen nacional, discapacidad, edad--o debilidad humana del pecado--no ofrecen razón válida para la segregación y persecución porque solo Dios tiene la prerrogativa de juzgar y distinguir entre Su pueblo. Dios no se apresura a condenar, sino que está lleno de caridad.
Dios espera que los pecadores se conviertan y nos advierte que no nos apresuremos a rechazar a las personas basándonos en juicios precipitados e injustificados, sin darles la oportunidad o el tiempo suficiente para la conversión.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a practicar las obras de caridad de Dios, reconocer su cuidado y gobierno, seguir más de cerca a Jesucristo, arrepentirnos de nuestros pecados, ejercer nuestra mayordomía cristiana, usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos reconocer la caridad, el cuidado y el gobierno de Dios, practicar la paciencia y la misericordia, ayudar a los pecadores a arrepentirse con nuestro buen ejemplo, oración ferviente, obras de compasión y misericordia?