“Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron”. (Juan 6:11)
El tema principal de este Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario nos invita a convertirnos en humildes instrumentos en las manos de Dios al compartir nuestras bendiciones con nuestros hermanos y hermanas necesitados y nos recuerda que si nuestro país ha sido bendecido con abundancia de pan terrenal o con las capacidades técnicas para producir tanta abundancia, estos regalos son para compartir con las personas hambrientas y los países pobres.
Una vez que se satisfacen los apetitos físicos, entonces se nos desafía a satisfacer los apetitos más profundos de amor, misericordia, perdón, compañerismo, paz y satisfacción. Las lecturas nos enseñan que los milagros pueden suceder a través de nuestras manos, cuando recolectamos, compartimos y distribuimos a los necesitados el alimento destinado para todos por nuestro Dios generoso.
“Compartir” o “donaciones caritativas” es el acto de dar nuestro tiempo, tesoro y talentos a las personas desafortunadas, directa o indirectamente, por medio de un fideicomiso caritativo u otra causa digna. Las donaciones caritativas como un deber religioso se conocen como “dar limosnas”, proporcionando a los destinatarios los medios que necesitan para sobrevivir.
Normalmente, la caridad denota dar a aquellos que no están relacionados. En lo que respecta a los aspectos religiosos, los destinatarios de la caridad pueden ofrecer a orar por su benefactor. Esta forma de intercambio cumple los valores cristianos de "compartir".
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) LIDERAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a compartir nuestro tiempo, tesoros y talentos con los necesitados, a arrepentirnos de nuestros pecados, a reflexionar sobre nuestra vocación de discipulado cristiano dinámico para vivir una vida santa a cumplir la voluntad de Dios y obtener nuestra salvación.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros y a la Iglesia a comprometernos y participar en el generoso intercambio de nuestros recursos de tiempo, tesoros y talentos dados por Dios para glorificar Su nombre?