“porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos.” (Isaías 56:7).
El tema principal de este 20º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en la salvación universal de Dios para toda la humanidad que no admite exclusividades. La relación de pacto que Dios ofrece a su pueblo no tiene limitaciones de raza, sexo, nacionalidad, etnia… etc. La naturaleza expansiva y universal del “Reino de Dios” es para todos los que creen en Jesucristo y cumplen la voluntad de Dios.
Aunque inicialmente Dios apartó al pueblo hebreo como su raza escogida, nación santa, sacerdocio real… Incluyó a todas las naciones en su plan de salvación y bendijo a todas las familias de la tierra en Abraham. Desafortunadamente, debido al papel singular y especial de los israelitas como el pueblo elegido de Dios en la saga de la salvación, el pueblo judío era susceptible a una mentalidad de "nosotros" contra "ellos", centrándose más en las diferencias que en los puntos en común que compartían con otras personas.
De manera similar, los primeros cristianos también eran propensos al elitismo, considerándose superiores al resto de la humanidad, que aún no había llegado a aceptar las enseñanzas de Cristo. Esta mentalidad de superioridad y vanagloria llevó a la Biblia a explicar el llamado universal de todo ser humano a la salvación bajo Cristo.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a apreciar la salvación universal de Dios para toda la humanidad, a seguir más de cerca a Jesucristo, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra mayordomía cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando de las obras de misericordia, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas y glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a derribar nuestros muros de orgullo, intolerancia, prejuicio y separación de Dios y de los demás, y compartir la universalidad de la salvación de Dios, que se extiende más allá de las fronteras de raza y nacionalidad hasta los corazones de todos los que creen?