El tema principal de este 24º Domingo del Tiempo Ordinario Año C se enfoca en la imagen auténtica de Dios Padre Celestial como lo demuestra nuestro Señor Jesucristo, quien verdaderamente es el Hijo Unigénito de Dios y nos invita a creer en Él. Contrariamente a la percepción de la gente, nuestro Dios no es una deidad cruel, juzgadora y castigadora. Según Cristo, Él es un Dios amoroso, paciente, misericordioso y perdonador que quiere salvar a todos a través de Jesucristo y siempre está en busca de sus hijos perdidos y descarriados como lo explica Jesús en las parábolas de hoy conocidas como las parábolas de “los perdidos y encontrados”. Las lecturas de hoy testifican el amor infinito, compasivo y misericordioso de Dios hacia nosotros. Él siempre está listo y esperando para celebrar nuestro regreso a casa.
En el pensamiento monoteísta, Dios es visto como el ser supremo, creador y objeto principal de la fe. Dios se concibe como omnipotente (todopoderoso), omnisciente (todo lo sabe), omnipresente (presente en todas partes) y omnibenevolente (siempre bueno), además de tener una existencia eterna (sin fin) y necesaria (debe ser). La mayoría de las veces se considera que Dios es incorpóreo (no compuesto de materia), con dicha característica relacionada con conceptos de trascendencia (más allá de todas las leyes físicas conocidas) o inmanencia (habitar, permanecer dentro).
En el Antiguo Testamento, dado que los seres humanos son creados a imagen y semejanza de Dios, se piensa que Dios tiene rasgos humanos. Sin embargo, Dios es completamente incomprensible y por lo tanto imposible de imaginar. En el Nuevo Testamento, Cristo es el Hijo unigénito de Dios. Por lo tanto, Jesús es la imagen del Padre Celestial invisible, encarnado del ser supremo divino. En Jesucristo vemos y encontramos a Dios.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a apreciar quién es Dios verdaderamente por las enseñanzas de Jesucristo, a arrepentirnos de nuestros pecados, a amar a Dios sobre todas las cosas y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos haciendo las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar Dios.
¿Cómo podemos arrepentirnos de nuestros pecados y volver a casa al abrazo de nuestro Dios compasivo y misericordioso?