“Éste le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue." (Mateo 21:29).
El tema principal de este 26º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en la virtud de la conversión para obedecer a Dios y cumplir la voluntad de Dios y nos advierte que nuestra decisión a favor o en contra de hacer la voluntad de Dios por nuestro “libre albedrío” al elegir cumplir u oponernos a Él decidirá nuestra recompensa o castigo eterno.
La virtud de la conversión es el proceso de alterar el pensamiento y las acciones de uno, lo que resulta en una experiencia que cambia la vida o la forma de vivir. La palabra “conversión” también se conoce como “metanoia” en griego o “shubh” (un cambio de dirección) en hebreo. Este proceso de “metanoia” involucra tres elementos: (1) cambio en la percepción que uno tiene sobre uno mismo y el mundo pecaminoso con arrepentimiento, (2) cambio del centro de gravedad de uno mismo hacia Dios, (3) tomar la decisión, la determinación sobre la dirección futura de la vida para cumplir la voluntad de Dios.
La experiencia de conversión no es un evento único en nuestras vidas, sino que ocurre repetidamente hasta que entramos en la vida eterna. Es sólo a través de este proceso constante de conversión con la gracia de Dios que obtenemos nuestra salvación y entramos al cielo.
Nuestra conversión y penitencia diaria encuentran su fuente y alimento en la Eucaristía de Cristo, que nos preserva de los pecados mortales (CCC#1436).
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) CONDUCEN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a la conversión para obedecer a Dios y cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, seguir a Jesucristo más de cerca, arrepentirnos de nuestros pecados, ejercer nuestra mayordomía cristiana, usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todo y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudar a cada uno a convertirse, arrepentirnos de nuestro pecado, renovar nuestra vida, cumplir la voluntad de Dios y ser responsables de nuestras acciones, para obtener la vida eterna?