“Pero Jesús le respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.” (Marcos 9:39-40).
El tema principal de este vigésimo sexto domingo del tiempo ordinario nos da una fuerte advertencia contra los celos, la intolerancia, el escándalo y nos invita a abrir la mente y el corazón para aceptar la gracia y las bendiciones de Dios, haciéndonos más conscientes y agradecidos del Espíritu de Dios obrando en otros, incluso en los que menos esperamos o rechazamos.
La estrechez, la intolerancia o vivir la vida de acuerdo con un único punto de vista es una injusticia tanto para la persona atrapada en ella como para los demás. Vivir en una atmósfera tan parcial y exclusiva es renunciar voluntariamente a la riqueza y plenitud de la realidad que la pluralidad y la diversidad brindan a la experiencia humana. Sospechar de la heterodoxia simplemente porque es diferente de la familiaridad es elegir vivir una existencia disminuida ... Nuestro Dios es un Dios de sorpresas. Su compasión y misericordia no tienen límite. Por lo tanto, nunca debemos limitar la forma de actuar de Dios, alegando nuestra superioridad, parcialidad, exclusividad, elitismo y justicia propia. Más bien, debemos aceptar e imitar la generosidad y el amor incondicional de Dios hacia todos y evitar todo tipo de celos, intolerancia y escándalo para glorificar a nuestro Dios.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) LIDERAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos desafía a expandir nuestros horizontes y a apreciar más la misericordia de Dios.
¿Cómo podemos ser más tolerantes y aceptar a los demás?
Deseando a todos una semana bendita en el Señor.