“El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería" (Lucas 17:6).
El tema principal de este domingo 27 del tiempo ordinario se centra en nuestra “fe” y explica cómo funciona en nuestro discipulado cristiano y en nuestra vida diaria.
Fe, derivada de la palabra latina “fides”, que significa confianza en Dios. Es un estilo de vida, una actividad de confianza, compromiso y relación con Dios, con los demás y con el mundo. Objetivamente, la fe se basa en la suma de las verdades reveladas por Dios en la Escritura y la tradición y que la Iglesia presenta de forma breve en sus credos (es decir, el Credo de Nicea y el Credo de los Apóstoles). Subjetivamente, la fe representa el hábito o virtud por el cual se asienten estas verdades.
El Concilio Vaticano (III, iii) dice: "Creemos que la revelación de Dios es verdadera, no porque la verdad intrínseca de los misterios se vea claramente a la luz natural de la razón, sino por la autoridad de Dios que los revela, porque Dios es Verdad y no puede engañar ni ser engañado". Por lo tanto, Dios es digno de nuestra confianza y fe.
La Biblia señala que la Fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Santiago dice: “Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe con obras, porque la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:18-20). Por lo tanto, la fe nos impulsa a comprometernos en diferentes obras de misericordia y a convertirnos en el elemento fundamental de nuestro discipulado cristiano y forma de vida.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a fomentar nuestra fe en Dios, a pesar de los desafíos en nuestras vidas, a ejercer nuestra corresponsabilidad cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos al hacer las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos, a pesar de la adversidad y las pruebas de la vida, ayudarnos unos a otros a crecer en la fe y apreciar la divina providencia de Dios, compartiendo nuestro tiempo, tesoro y talentos para edificar nuestra amada Iglesia de San Clemente para la mayor gloria de Dios?