"Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura". (Isaías 11:5)
El tema principal de este segundo domingo de adviento se centra en nuestra preparación continua en la fe para el próximo nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en nuestro mundo y en nuestras vidas. Hoy encendemos dos velas de adviento para indicar que se acerca rápidamente el cumpleaños de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Dios nos invita a meditar, analizar o reflexionar sobre cómo o qué áreas de nuestra vida aún necesitan mejoras o cambios en preparación para el cumpleaños de Cristo, la venida de nuestro Señor y Salvador.
La temporada de Adviento es verdaderamente un tiempo para el arrepentimiento, la conversión, la introspección, la misión y la resolución de cambiar nuestras vidas para mejor. Es un proceso incremental de preparación, una profundización de nuestra fe personal y comunitaria en Jesucristo, un mayor desarrollo de la fe en nuestra vida espiritual y una relación más íntima y fiel con el Señor y Salvador para la maravillosa y jubilosa celebración de la Navidad que pronto llegará.
La fe de la palabra latina “fides” es un don de Dios. Subjetivamente, en el Antiguo Testamento, la fe significa esencialmente “firmeza”, ya sea de Dios hacia el hombre (Deuteronomio 32:4) o del hombre hacia Dios (Salmo 118:30).
En el Nuevo Testamento, como significado de la actitud del hombre hacia Dios, la fe significa “creencia, fiducia, confianza”. Objetivamente, “fe” representa la suma de las verdades reveladas por Dios en las Escrituras y la tradición y que la Iglesia nos presenta como sus credos.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SERVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a prepararnos para la venida de nuestro Señor Jesucristo con mayor fe, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra mayordomía cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a prepararnos para la próxima venida del Señor aumentando nuestra fe en Jesucristo, arrepintiéndonos de nuestros pecados y renovando nuestras vidas, para que Cristo pueda renacer en nuestros corazones diariamente?