“Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.” (Lucas 15:22-24).
El tema mayor de este cuarto domingo de Cuaresma se centra en el “gozo” en este tiempo de Cuaresma, por tener la posibilidad y las maneras para reconciliarnos con Dios y con el prójimo para iniciar una vida nueva, una vida santa en Cristo. Hoy se conoce tradicionalmente como el “Domingo Laetare”, que significa “Domingo de regocijo”. Marca el punto medio de la temporada de Cuaresma en anticipación de la alegría de Pascua.
Apropiadamente, cada una de las tres lecturas de hoy caracteriza uno de los muchos aspectos de la alegría pascual. Por ejemplo: En la primera lectura de hoy, el pueblo de Dios celebra por primera vez la fiesta de su libertad en la Tierra Prometida. El gozo que experimentaron es una de las promesas cumplidas por Dios. En la segunda lectura, el apóstol san Pablo proclama con alegría los efectos de nuestra salvación obrada por Jesucristo, que es la reconciliación de todos los pueblos con Dios Padre que produce una alegría grande y profunda. En la lectura del Evangelio, la alegría se expresa en la experiencia del evento de “regreso a casa” del hijo pródigo, y el redescubrimiento del amor perdonador, gratuito e incondicional del padre pródigo hacia todos sus hijos, que incluye al hijo mayor como el padre suplicaba con él: “Hijo mío, tú estás aquí conmigo siempre; todo lo que tengo es tuyo. Pero ahora debemos celebrar y regocijarnos, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido encontrado.” Todas estas lecturas nos invitan a regocijarnos con el Señor reconciliándonos con Dios y entre nosotros mediante nuestra sincera conversión, arrepentimiento, enmienda, participación en el sacramento de la confesión, penitencia o reconciliación para alcanzar la vida eterna que nos ha sido prometida y esperándonos en el cielo.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. Las lecturas de hoy nos invitan a regocijarnos, arrepentirnos y reformar nuestras vidas en este tiempo de Cuaresma para vivir una nueva vida en Cristo.
¿Cómo podemos alegrarnos y reconciliarnos con Dios y entre nosotros, abrazar a los pecadores pero no a los pecados?
Deseando a todos una semana bendecida en el Señor.