“Escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido”. (Hechos 1:1-2)
El tema principal de este domingo de la Ascensión del Señor se centra en uno de los dogmas de nuestra fe, que nuestro Señor “subió al cielo y está sentado a la diestra del Padre. Vendrá otra vez con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”. La realidad de la Ascensión de Cristo es tan importante que el Credo de Nicea y el Credo de los Apóstoles lo afirman, que la negación de este dogma será un alejamiento de una de las esencias de nuestra fe cristiana, haciéndonos no auténticos creyentes de la fe cristiana.
La Ascensión del Señor proclama la Ascensión corporal de Cristo al cielo para recibir Su gloria. Prefigura nuestra propia entrada al Cielo no simplemente como almas después de nuestra muerte, sino como cuerpos glorificados, después de la resurrección de los muertos en el Juicio Final. Cristo, al redimir a la humanidad, no solo ofreció salvación a nuestras almas, sino también a nuestro cuerpo físico, y comenzó la restauración del mundo material mismo a la gloria original que Dios pretendía que fuera antes de la caída de Adán.
La Ascensión del Señor está íntimamente ligada a Su descenso del cielo en la Encarnación. Sólo el que “vino del Padre” puede volver a Él. Por eso Cristo dijo: “Nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre”. Abandonada a sus propios poderes naturales, la humanidad no tiene acceso a la casa del Padre, a la vida y felicidad eternas de Dios. Sólo Jesucristo puede abrir al hombre tal acceso que nosotros, sus miembros, tengamos la confianza de que también nosotros iremos donde él, nuestra Cabeza y nuestra Fuente, nos ha precedido (CIC #661).
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a compartir el gozo de la Ascensión del Señor, a imitar y seguir más de cerca a Jesucristo, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra mayordomía cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas y glorificar a Dios.
¿Cómo podemos anunciar, asistir y cumplir la misión evangelizadora de la Iglesia?