“Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza” (Jeremías 17:7).
El tema principal de este VI Domingo del Tiempo Ordinario se centra en nuestra verdadera felicidad o bienaventuranza yace en la conciencia de que todos somos hijos de un Dios amoroso Padre Celestial y que seremos felices sólo si cumplimos la voluntad de Dios en nuestras vocaciones y compartimos nuestras bendiciones con nuestros hermanos y hermanas en necesidad, cuando trabajamos para elevarlos, declarando así nuestra “opción por los pobres”, como lo hizo Jesús. Contrariamente a la creencia popular y los valores de este mundo pasajero, la riqueza, la salud, el poder y la influencia no son la fuente ni la garantía de la verdadera felicidad. Dios nos invita a buscar a Aquel que es el único verdadero manantial y garantía del auténtico gozo eterno.
La palabra “bienaventuranza” significa “bendición”. Todos queremos ser bendecidos, por ejemplo: bendecidos en las relaciones, los negocios, las familias, las carreras... Queremos ser bendecidos en la vida, la muerte y la eternidad. Lo contrario de ser bendecido es ser maldecido, condenado, truncado, y nadie quiere eso. Sin embargo, ¿cómo es una auténtica vida bendecida?
Nuestro Señor nos enseña que los verdaderos “bienaventurados” deben tener dos componentes: (1) disfrutar del favor de Dios y (2) disfrutar de la felicidad verdadera o suprema con el prójimo. Jesús dice que las mayores bendiciones o felicidad no se encuentran donde normalmente buscamos, sino en lugares que no estamos dispuestos a explorar. El camino de la felicidad de Jesús exige una transformación desde adentro, una conversión del corazón y de la mente que solo puede ocurrir a través del don y la obra del Espíritu Santo, enfocándose y confiando solo en Dios. El orden de la enseñanza de Jesús sobre las bienaventuranzas es, de hecho, nuestra hoja de ruta hacia la santidad, ya que nos muestra cómo progresar para alcanzar la verdadera felicidad o bienaventuranza en nuestra vida cristiana.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. Los temas de hoy nos invitan a buscarlo y confiar en Él sobre todo para servir a Dios y al pueblo de Dios para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para ser verdaderamente bendecidos y felices.
Dios nos llama a la Vida Eterna y a la Salvación. ¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a responder al desafío de las bienaventuranzas en nuestra vida?
Deseando a todos una semana bendecida en el Señor.