“Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mateo 28:19)
La solemnidad de la Santísima Trinidad, también conocida como Domingo de la Trinidad, celebra el dogma cristiano de la Santísima Trinidad, un dogma enunciado por los concilios ecuménicos de Nicea y Constantinopla, de que hay tres “Personas” distintas en un Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, compartiendo la misma Naturaleza Divina.
Este misterio de la Santísima Trinidad es un dogma básico de nuestra fe, comprensible no con la cabeza, sino con el corazón porque Jesús, que es Dios, lo enseñó claramente, los evangelistas lo registraron, los Padres de la Iglesia trataron de explicarlo, y los Concilios de Nicea y Constantinopla lo definieron como un dogma de la fe cristiana.
Todas las oraciones en la Iglesia comienzan y terminan en el Nombre de la Santísima Trinidad y glorifican a Dios con ese Nombre. Los siete sacramentos de la Iglesia (por ejemplo, el bautismo, la confirmación, la santa Eucaristía, el matrimonio, el orden sagrado, la penitencia y la unción de los enfermos) se administran en nombre de la Santísima Trinidad. Nuestra Iglesia nos recuerda rezar a la Santísima Trinidad. Nos bendecimos y el sacerdote nos bendice en nombre de la Santísima Trinidad.
En el Antiguo Testamento, solo hay referencias vagas y ocultas a la Santísima Trinidad (por ejemplo, Génesis 1:26, Génesis 18: 2…). Pero en el Nuevo Testamento hay claras enseñanzas sobre la Santísima Trinidad. Por ejemplo: (1) en la Anunciación, (2) en el bautismo de Cristo, (3) en la Ascensión del Señor.
En los capítulos 15 al 18 del Evangelio de Juan, hay un relato detallado de la enseñanza del Señor sobre el papel de cada "Persona" de la Santísima Trinidad: (1) Dios el Padre crea (Creador) y provee (Proveedor) para Sus criaturas. (2) Dios el Hijo nos redime (Redentor) y nos reconcilia (Reconcilia) con Dios. (3) Dios el Espíritu Santo nos santifica (Santificador), nos fortalece, nos enseña (Consejero) y nos guía a Dios.
Así, la celebración de hoy nos enseña el misterio fundamental de que el Dios Trino nos alcanza en el amor, busca la comunión más profunda con cada uno de nosotros y nos invita a vivir en la conciencia de la presencia divina del Dios Trino en nosotros.
¿Cómo podemos imitar a la Santísima Trinidad como nuestro modelo, viviendo y practicando la fe, la esperanza y el amor cristianos?