“En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida". (Juan 6:51)
El tema principal de esta Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, también conocida como la fiesta del “Corpus Christi” o “Corpus Domni”, se centra en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento de la Sagrada Eucaristía. La liturgia de hoy es una fiesta doctrinal que también enfatiza la institución de la Eucaristía establecida por el Señor en el Jueves Santo y nos enseña a apreciar y hacer uso de este gran don, tanto como “sacramento” como “sacrificio”.
Como “sacramento”: (a) Es un “signo visible”, que nos da la gracia y la vida de Dios, y (b) como una “comida”, nutre nuestro cuerpo y nuestra alma. Y como un “sacrificio”: (a) Es una re-presentación o recreación no sangrienta del sacrificio de Jesucristo en el Calvario, completado en Su Resurrección. (b) Ofrecemos el sacrificio de Cristo a Dios Padre para la remisión de nuestros pecados.
Creemos en la “Presencia Real” de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía porque: (1) el Señor lo prometió después de alimentar milagrosamente a los 5000. (2) Él instituyó la Sagrada Eucaristía durante su Última Cena. (3) Mandó a sus discípulos que lo repitieran en su memoria. Y (4) “Nada es imposible para Dios”.
Además, la Iglesia explica la “presencia real” de Cristo en la Sagrada Eucaristía mediante la doctrina de la “transubstanciación”, lo que significa que la sustancia del pan y el vino consagrados se transforma en la sustancia del Cuerpo y la Sangre glorificados de Cristo resucitado por la acción del Espíritu Santo, pero sus accidentes (como color, forma, sabor, etc.), siguen siendo los mismos. Nuestra creencia en esta Presencia Real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía deriva de la interpretación literal de la promesa de Cristo de darnos su Cuerpo y Sangre para nuestro alimento y bebida material y espiritual, como se encuentra en el Evangelio de San Juan, Capítulo 6, y también en los cuatro relatos independientes (Mateo 26, Marcos 14, Lucas 22 y 1 Corintios 11) del cumplimiento de su promesa en la Última Cena.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a honrar la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento de la Sagrada Eucaristía, a seguir a Jesucristo más de cerca, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra corresponsabilidad cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todo y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas y glorificar a Dios.
¿Cómo podemos apreciar la “Presencia Real” permanente de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, recibiéndolo con la debida preparación y reverencia, expresando nuestra más profunda gratitud y transmitiendo a Cristo a los demás?