“se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Él les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”. (Lucas 19:38-40)
Para este primer día de la Semana Santa con la celebración del “Domingo de Ramos de la Pasión del Señor”, el tema principal se centra en el drástico contraste entre la entrada gozosa y gloriosa de Jesucristo en Jerusalén entre las alabanzas de bienvenida, las aclamaciones, celebraciones, de repente cambia a un completo abandono y rechazo de la gente hacia Él. Es como si estuviéramos montando una montaña rusa de emociones con Jesús, desde una altura histérica en la nube con prestigio y tratos reales hasta la sorprendente caída en un gran abismo de sufrimiento, rechazo, desprecio, burla y cruel denigración. En esta comparación drástica, contradicción extrema y acontecimiento dramático, somos interpelados a permanecer fieles a Dios, a estar con Jesús, a aferrarnos a la gracia divina de la fe, la esperanza y el amor en Él, a caminar cada vez más cerca de Él, a experimentar Su pasión y muerte para compartir con Él la gloria y el gozo de su resurrección.
De hecho, la historia de nuestra salvación es más que un mero recuerdo histórico de la vida de Jesús. El re-escuchar, re-experimentar, reflexionar y meditar la experiencia existencial y multidimensional del Misterio Pascual de Jesús puede ayudarnos en nuestro propio morir al pecado y resucitar a una nueva vida en Él, restaurando y profundizando nuestra relación personal con Dios, aumentando nuestra fe en Jesús y fortaleciendo nuestra vida como auténticos discípulos de Cristo.
Durante esta semana de la pasión, el sufrimiento, la gracia, el amor y la misericordia de Cristo, cada uno de nosotros está llamado a recordar a Jesús, el Cristo del Calvario, que nuestra pecaminosidad humana lo hizo morir. Estamos llamados a abrazar y aligerar la carga de Jesús, cuya pasión se sigue experimentando hoy en los hambrientos, los pobres, los enfermos, los sin techo, los rechazados, los solitarios, los refugiados, los miserables migrantes, los inocentes y los marginados.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados, reflexionar sobre nuestra vocación de discipulado cristiano dinámico para vivir una vida santa para cumplir la voluntad de Dios y obtener nuestra salvación.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a seguir a Jesús más de cerca, a ser más compasivos, misericordiosos, aceptando nuestros defectos, guiando a las personas a caminos nobles por medio de nuestras propias vidas ejemplares y a ser menos farisaicos, críticos, egoístas, viciosos y vengativos?