En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías: “Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá, para que sea profeta en lugar tuyo.” (1 Reyes 19:16)
El tema principal para este 13 Domingo del Tiempo Ordinario Año C se enfoca en nuestra verdadera vocación como discípulos de Cristo que Dios nos ha dado ciertos talentos, dones y nos ha llamado a cumplir con algunas tareas específicas, propósitos para ayudar a extender el Reino de Dios, para compartir la Buena Nueva del Evangelio con las personas que nos rodean, para aplicar las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo para cumplir la voluntad divina de Dios en nuestras vidas.
Nuestra vocación y ministerio son una expresión natural y necesaria de nuestra fe en Cristo Jesús y el servicio a la Iglesia. Son siempre agraciados y constituidos por iniciativa divina en la persona de nuestro Señor Jesús y el pueblo elegido de Dios como instrumentos de la gracia divina. Por lo tanto, nuestra vocación y ministerio son una fusión de energías humanas y divinas, un esfuerzo cooperativo entre nuestro Dios todopoderoso siempre fiel que nunca falla y nosotros, los seres humanos, cuyas manos, pies, cabeza y corazón muchas veces flaquean.
Nuestra vocación y ministerio están empoderados e impulsados por la gracia divina para resistir diferentes cambios a lo largo de la historia de la Iglesia: (1) amenazas de prejuicio humano (por ejemplo, distinción entre cristianos judíos y gentiles), (2) persecuciones religiosas, (3) herejías y otras tergiversaciones de la fe verdadera, (4) animosidad y complicación teológica y política, (5) campaña militar equivocada, (6) inquisición cruel y despiadada, (7) corrupción del poder político y mal uso de la autoridad, (8) Reforma Protestante del siglo XVI. E.C. debido a la pérdida de integridad y credibilidad eclesial, (9) Ilustración en la era del racionalismo secular, (10) Modernismo y Relativismo que afectan la aniquilación del clero y los religiosos en el siglo XX, y (11) Post- Modernismo de la moral de la sociedad laica contemporánea. Sin embargo, nuestra verdadera vocación y ministerio continúan progresando en la Iglesia porque la gracia y la bondad de Dios promueven la obra de salvación de la Iglesia y fortalecen a todos los que están llamados a la vocación de su ministerio y servicio.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SERVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a apreciar nuestra vocación cristiana y a asumir nuestras responsabilidades para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos a tener más valor y determinación para abandonar nuestros pecados y ataduras insensatas para aceptar y ejercer con valentía nuestra vocación cristiana?