"Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas." (Marcos 6:34)
El tema principal de este Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario explica cómo Dios, como buen pastor, nos redime y provee para nosotros, desafiándonos a usar la autoridad que Dios nos ha dado en la familia, la Iglesia y la sociedad con fidelidad y responsabilidad hacia Dios.
Las lecturas nos enseñan que el ministerio pastoral incluye también el servicio amoroso que brindan todos los cristianos para servir y guiar a otros a cumplir la voluntad de Dios porque en el sentido espiritual todos están llamados a convertirse en "pastores" para cuidarse unos a otros en Cristo Jesús.
Un pastor enseña, aunque él mismo debe solicitar sus propias clases y preguntar por los alumnos ausentes. Cura, aunque sin medicina ni bisturí. A veces es un defensor legal, a menudo un trabajador social, algo así como un editor y un poco filósofo o poeta. Debe alternar como animador, vendedor y pieza decorativa para funciones públicas.
Se espera que sea un erudito. Visita a los enfermos, oficia matrimonios, entierra a los muertos, consuela a los afligidos, amonesta a los pecadores y trata de mantener la calma y cordialidad cuando se le critica por no cumplir con su deber. Planea programas, nombra comités y dedica un tiempo considerable a escuchar problemas y quejas. Realiza el mantenimiento de equipos que deben ser reemplazados, prepara una homilía y la predica cada fin de semana a los ya convertidos y a los críticos de sus intuiciones y oratoria. A menudo sonríe y permanece en silencio para ser prudente al tratar con personas difíciles.
Pastorear como ser padre es un arte que requiere la debida diligencia, perseverancia y sabiduría. Entre las virtudes más alabadas y la cualidad de un buen pastor se encuentran: (1) “humildad”, disposición para servir sin tener en cuenta la aclamación; (2) “honestidad”, “integridad” personal, la capacidad de honrar los compromisos cumpliendo promesas; (3) ser un ejemplo cristiano, y (4) habilidades y experiencia pastoral especial.
Jesucristo es nuestro mejor modelo de buen pastor e invita a todos a seguir Sus pasos para cuidar bien de Sus ovejas para glorificar a nuestro Dios.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. ¿Cómo podemos convertirnos en buenos pastores para ayudar con la doble responsabilidad de enseñar y alimentar a las ovejas de Dios?