El tema principal de este 19º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en el significado de nuestro discipulado cristiano, que requiere nuestra fe confiada en las promesas de Dios y nuestra preparación vigilante en todos los aspectos de nuestras vidas. Las lecturas enfatizan “qué” y “cómo” debemos creer en Dios, nos exhortan a vivir por la fe en Cristo y esperar su venida futura y ejercitar nuestra caridad cristiana en todo momento en nuestra comunidad, la Iglesia y en nuestra vida diaria.
En el mundo antiguo, un discípulo es un seguidor o partidario de un maestro. El discipulado no es lo mismo que ser un estudiante en el sentido moderno. Un discípulo en el mundo bíblico antiguo imita activamente tanto la vida como la enseñanza del maestro. Un discípulo no solo asiste a conferencias o lee libros, se requiere que el discípulo interactúe e imite a una persona viva real, el maestro. Es un aprendizaje deliberado que hace del discípulo plenamente formado una copia viva del maestro.
El discipulado cristiano significa ser un seguidor dedicado de Jesús. Un discípulo cristiano es un creyente que sigue a Cristo y luego ofrece su propia imitación de Cristo como modelo para que otros lo sigan (1 Corintios 11:1). Un discípulo cristiano es primero un creyente de Cristo que ha ejercido la fe (Hechos 2:38). Esto significa que un discípulo cristiano ha experimentado la conversión y pone a Jesús en el centro de su vida y participa en los ritos de iniciación cristiana. Un discípulo cristiano plenamente desarrollado es también un líder de otros que intenta transmitir esta fe a sus seguidores, con el objetivo de repetir este proceso (1 Corintios 4:16-17; 2 Timoteo 2:2).
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a convertirnos en auténticos discípulos cristianos, a tener fe en Cristo e imitar a Cristo y hacer las obras de misericordia, a amar a Dios sobre todo y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos a ser más auténticos en nuestro discipulado cristiano, imitando a Cristo, vigilantes y preparados para la segunda venida del Señor, orando constantemente, escuchando atentamente a Dios en todo momento, trabajando por el Reino de Dios, cumpliendo la voluntad de Dios, sirviendo a los demás, viendo a Jesús en los más pequeños del pueblo de Dios?