“Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido". (Lucas 14:10-11)
El tema principal de este 22.º domingo del Tiempo Ordinario del Año C se centra en la virtud de la humildad que abre nuestro corazón, mente y manos y nos lleva a un bendito y generoso compartir de nuestro tesoro, tiempo y talento unos con otros y con los necesitados, especialmente los pobres, los desfavorecidos y los marginados hermanos y hermanas de Cristo en nuestra sociedad.
El término "humildad" proviene de la palabra latina "humilitas", que se relaciona con "humilis", que significa "humilde", "arraigado" o "de la tierra", ya que deriva de humus (tierra). La palabra "humilde" se relaciona con la Inglaterra feudal donde los cortes de carne más bajos, o "umbles", los "sobrantes" cuando las clases altas habían tomado sus partes, se proporcionaban a la clase más baja de ciudadanos.
La humildad es la cualidad de ser humilde, o tener un bajo importancia de uno mismo, un sentido de sin merecimiento, un reconocimiento de uno mismo en relación con Dios y la subsiguiente sumisión a Dios. Es ser "modestia, sin ego", una liberación de la conciencia de sí mismo, una forma de templanza que no ser orgulloso o altivez ni caer en la auto-desprecio. La humildad es una expresión externa de una autoestima interna adecuada y se contrasta con la humillación, que es una imposición, a menudo externa, de la vergüenza sobre una persona. Por lo tanto, la humildad puede apropiarse indebidamente como la capacidad de sufrir humillación a través de la autodenuncia que en sí misma permanece centrada en uno mismo en lugar de un bajo enfoque en uno mismo.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a practicar la virtud de la humildad en nuestra fe cristiana, a imitar a Cristo y hacer las obras de misericordia, a amar a Dios sobre todo y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a practicar la verdadera humildad en nuestra vida, recordando que todos necesitamos la redención de Cristo?