"El Señor me dijo: "Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria" (Isaías 49:3)
El tema principal de este 2do Domingo del Tiempo Ordinario se enfoca en nuestra vocación, el llamado, mandato e invitación de Dios para nosotros a cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, especialmente en el Tiempo Ordinario, para servirlo a Él y a nuestro prójimo para extender el reino de Dios en nuestro mundo.
El Tiempo Ordinario se refiere a una estación del calendario litúrgico cristiano, particularmente el calendario de la forma ordinaria del rito romano de la Iglesia Católica. Hay algunas otras iglesias en el cristianismo occidental que también usan el término Tiempo Ordinario. El nombre en inglés "Ordinary Time" se traduce del término latino "tempus per annum" (literalmente significa "tiempo a lo largo del año").
Desde las reformas litúrgicas de 1970, la forma ordinaria del rito romano en la Iglesia Católica, también conocida como Tiempo Ordinario, se compone de dos períodos. El primer período comienza el día siguiente a la Fiesta del Bautismo del Señor y termina el día anterior al Miércoles de Ceniza. El segundo período comienza el lunes después de Pentecostés y continúa hasta el sábado anterior al primer domingo de Adviento. Estos dos períodos suman alrededor de 33 a 34 semanas del Tiempo Ordinario. Dentro de él hay domingos especiales que llevan el nombre propio de las fiestas o solemnidades que se celebran en esos días (por ejemplo, Domingo de la Trinidad, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Fiesta de Cristo Rey… etc.). El color litúrgico asignado al Tiempo Ordinario es el verde para simbolizar la esperanza y la vida en Cristo.
Al comenzar el tiempo ordinario, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre nuestros desafíos y vocación para modelar nuestra vida diaria con la vida de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, quien es verdaderamente el Cordero de Dios, para imitarlo y servirlo fielmente para cumplir cierta misión que se nos ha encomendado individual y colectivamente para extender el Reino de Dios en la tierra.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a apreciar y ejercer nuestra vocación especialmente en el Tiempo Ordinario, a imitar a nuestro salvador Jesucristo, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra corresponsabilidad cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando de las obras de misericordia, para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos servir a Dios y a los demás como el Cordero de Dios?
Deseándoles una semana muy feliz y bendecida en el Señor.