“Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos.” (Marcos 10:51-52)
El tema principal de este 31º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en el principio fundamental del discipulado cristiano, que es el cumplimiento de los mandamientos de Cristo: “amar a Dios sobre todo” y “amar a los demás como a nosotros mismos”, reconociendo que el segundo mandamiento es el concreto. expresión y medida del primer mandamiento. En otras palabras, es “amar a Dios viviendo en los demás” lo que nos hace verdaderos discípulos cristianos y da sentido a todas nuestras actividades: oraciones, lectura de la Biblia, sacramentos y celebraciones litúrgicas, sacrificios y todas las demás prácticas religiosas que nos ayudan a crecer en nuestra verdadera relación de amor con todos.
La grandeza llama a la grandeza. Frente al Dios trascendente que es uno y ha elegido ser uno con su pueblo, no podemos tener otra respuesta que una devoción santa, resuelta y sincera a este amor altruista que todo lo abarca. Los creyentes cristianos saben que el amor que profesan a Dios es real y verdadero si va acompañado de expresiones de amor magnánimo por todos los demás. Tal amor encuentra su precedente e inspiración en el don absoluto, completo y sin reservas de Jesús en la cruz.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) LIDERAN a otros a Jesús. Los temas de hoy se centran en los dos mandamientos de Jesucristo y nos invitan a cumplirlos.
¿Cómo podemos cumplir los mandamientos de Cristo, amar a Dios, reconocer nuestra total dependencia de Él y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos?
Deseando a todos una semana bendita en el Señor.