"Hermanos: En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz. Vivan, por lo tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad.” (Efesios 5:8-9)
El tema principal de este cuarto domingo de Cuaresma, también conocido como Domingo Laetare, se centra en la invitación de Dios a nuestra conversión continua y cada vez más profunda durante este tiempo de Cuaresma, a arrepentirnos de nuestros pecados, a abrazar la vida santa de Dios, a irradiar el amor misericordioso y la compasión de Dios a todos, que solo Él es la verdadera “luz” que da la vista a los ciegos en este mundo pecaminoso, oscuro, desolado y muchas veces sin esperanza, guiándonos al gozo de la vida eterna, el resplandor de Su salvación y paz.
“Domingo Laetare” significa “Domingo de Alegría” porque el nombre expresa la alegría de la Iglesia en espera de la Resurrección del Señor. Este nombre proviene de la antífona de la Misa de hoy que comienza con las palabras “Laetare Jerusalén” (“Alégrate, Jerusalén” - de Isaías 66:10). También se le conoce como Domingo de Cuidado Maternales, Domingo de Refrigerio, Domingo de Media Cuaresma (en francés mi-carême) y Domingo de las Rosas (ya sea porque la rosa de oro enviada por el Papa a los soberanos católicos solía ser bendecida en esta época o por el permiso para usar las vestiduras rosadas en lugar de las púrpuras).
Las lecturas de hoy nos recuerdan que es Dios quien nos da una visión adecuada en cuerpo y espíritu, advirtiéndonos que debemos estar constantemente en guardia contra la ceguera espiritual, permaneciendo en la oscuridad de nuestros pecados, incapacidad para ver la revelación de Dios de amor, verdad, santidad, perdón, bendición, vida eterna, gracia, gozo, paz, etc., sin poder discernir ni experimentar la libertad y la gloria de Dios.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a trabajar con el Espíritu Santo para imitar y seguir a nuestro salvador Jesucristo en este tiempo de Cuaresma quien es el único que es la verdadera “luz” que da vista a los ciegos, guiándonos al resplandor de su salvación, a arrepentirnos de nuestros pecados, ejercer nuestra corresponsabilidad cristiana, usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas y glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros a eliminar nuestra ceguera al pecado, la pobreza, la injusticia y el sufrimiento debido a nuestro egocentrismo, avaricia, ira, odio, prejuicio, celos, adicción y dureza de corazón?
Les deseo una muy feliz y bendecida semana en el Señor.