“Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar” (Juan 8:10-11).
El tema principal de este quinto domingo de Cuaresma se centra en la profunda compasión y misericordia de Dios hacia nosotros. A pesar de nuestro constante fracaso y desobediencia, Dios no nos abandona a nuestra pecaminosidad y miseria. Al contrario, Dios ha decidido salvarnos y rescatarnos de las garras del pecado y de la muerte, llamándonos e invitándonos a un futuro mejor para compartir con Él la vida eterna en pleno gozo, paz, amor y felicidad para siempre.
Por lo tanto, las lecturas de hoy testifican la infinita misericordia divina de Dios hacia todos los pecadores y nos pide que seamos misericordiosos unos con otros y con nosotros mismos.
Aprendemos qué es la misericordia cuando examinamos la actitud, las palabras y las acciones de Jesucristo cuando confronta el sufrimiento, las limitaciones y las necesidades humanas. Él es la encarnación de la misericordia de Dios y el resumen de la historia de la Divina Misericordia.
Jesús viene a salvar a los que están perdidos y a llevar nuestra miseria para aliviar nuestras pesadas cargas. Nuestro Señor nos consuela y nos salva de los pecados y de la muerte, contándonos la historia del Hijo Pródigo, el Buen Samaritano, el Buen Pastor y las historias del Siervo Despiadado, el Rico y Lázaro... Es a partir de este entendimiento que la Iglesia nos enseñe a practicar las obras de misericordia corporales y espirituales que son la concreción de nuestras prácticas espirituales de oración, ayuno y dar limosna durante este Tiempo de Cuaresma. El momento de practicar la compasión y la misericordia es ahora.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. Las lecturas de hoy nos invitan a ser compasivos y misericordiosos con nuestro prójimo como Dios lo ha sido con nosotros en este tiempo de Cuaresma para vivir una nueva vida en Cristo.
¿Cómo podemos volvernos más compasivos y misericordiosos, comprensivos, aceptando nuestros defectos, guiando a las personas por caminos nobles mediante nuestras propias vidas ejemplares, y ser menos santurrones, críticos, egoístas, viciosos y vengativos?
Deseando a todos una semana bendecida en el Señor.