“Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.” (Lucas 2:51-52).
Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José y ofrecemos nuestras propias familias a Dios para que las bendiga. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “la familia es la célula originaria de la vida social” (# 2207). La estabilidad y el bienestar de una sociedad dependen del estado de sus familias. Solamente si la familia es fuerte y sana, la sociedad es fuerte y sana. Además, la Constitución Dogmática de la Iglesia, Lumen Gentium, enseña: “la familia es la Iglesia doméstica” (# 11). Tiene su especial dignidad y está querido por Dios para cumplir una vocación particular. En la familia llegamos primero (1) a conocer y experimentar el amor, (2) a reconocer nuestra identidad y dignidad, (3) a descubrir nuestra vocación, (4) a ejercer nuestros deberes y (5) a cumplir la voluntad de Dios.
La familia es el terreno de reposo donde se inculcan y cultivan valores y virtudes. Sin embargo, hay una variedad de factores que han contribuido a la fragmentación, el aislamiento, la desintegración y la evolución estructural de la familia en nuestra sociedad. Por ejemplo: (1) una tasa creciente de divorcios, (2) un aumento constante del número de hogares monoparentales, (3) la mayoría de ambos padres deben trabajar fuera de su hogar para mantenerse económicamente y (4) aumento número de migraciones, inmigraciones, cambio de residencia cada año.
Todos estos factores crean cada vez menos estabilidad para las familias estadounidenses, resultando en todo tipo de ruptura cultural, aumentando el número de delitos y abuso de drogas, afectando nuestra actitud hacia el sexo, responsabilidad individual, deber cívico, servicio público, respeto hacia la autoridad, denigrando nuestra moral. y vida de fe. Frente a esta realidad, la Iglesia nos reúne cada año para bendecir y orar por el bienestar de nuestra familia, para que nuestra sociedad y nuestro país sean más fuertes, más estables, saludables, dignos y seguros.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) LIDERAN a otros a Jesús. Los temas de hoy nos invitan a imitar las virtudes de la Sagrada Familia de Jesús, María y José y ejercitarlas en nuestra propia familia y comunidad.
¿Qué podemos aprender de la Sagrada Familia, buscándola en busca de inspiración, ejemplo y aliento para mejorar nuestra vida familiar, haciendo de nuestro hogar un confesionario del Amor?