“Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él.” (1 Corintios 11:23-25)
El tema principal de esta Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, también conocida como la fiesta del Corpus Christi, se centra en la importancia de la Sagrada Eucaristía en nuestra vida cristiana que nos sostiene en nuestro camino espiritual, peregrinación diaria hacia Dios, siguiendo las huellas de nuestro Buen Pastor Señor Jesucristo. La celebración de hoy es establecida por la Iglesia y promulgada por el Papa Urbano IV en 1264 con tres propósitos: (1) agradecer colectivamente a Dios por la presencia permanente de Cristo con nosotros en la Eucaristía, y honrar a Cristo de esa manera especial, (2) para instruir y catequizar al pueblo en el misterio, la fe y la devoción en la Eucaristía, (3) para enseñarnos la importancia de apreciar y hacer uso del gran don de la Sagrada Eucaristía como sacramento y como sacrificio.
Lo conmemoramos hoy porque la Eucaristía es el don más precioso de nuestro Señor. Es la fuente y cumbre de nuestra vida de fe juntos como Iglesia. El Concilio de Trento declaró que debemos honrar públicamente a nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, para que aquellos que observaron la fe católica en la Santísima Eucaristía, puedan ser atraídos al Señor Eucarístico y crean en la Divinidad de Nuestro Señor presente en este gran sacramento.
El Nuevo Testamento afirma la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía. Santo Tomás de Aquino explica la presencia real de Cristo por el proceso de “transubstanciación”, lo que significa que la “sustancia” del pan y el vino se transforma durante la Misa en el Cuerpo y la Sangre de Cristo resucitado y glorificado, aunque los “accidentes” como el sabor, el color, la forma… del pan y del vino siguen siendo los mismos. Esta es una de las formas en que Nuestro Señor permanece con nosotros hasta el final de los tiempos. Otras formas son cuando le abrimos nuestro corazón o cuando nos reunimos y oramos en Su santo nombre.
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) GUIAN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a apreciar y creer en la presencia real de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la Sagrada Eucaristía para glorificar a Dios.
¿Cómo podemos apreciar, tener mayor fe en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía?