“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo." (Mateo 25:1).
El tema principal de este 32º Domingo del Tiempo Ordinario se centra en la sabiduría de prepararse constante y diligentemente para la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Las lecturas (1) nos advierten sobre la preparación para el fin de nuestro mundo, nuestro tiempo y nuestro paso a otro mundo, y (2) nos dicen que un corazón que busca, observa y evoluciona es esencial para una fe viva y dinámica en Dios.
La sabiduría se define como: (1) la habilidad de un artesano (Éxodo 36:8); (2) la capacidad del rey para juzgar correctamente (1 Reyes 3:28); (3) la capacidad de los animales para adaptarse y sobrevivir, p.e. hormigas que almacenan su comida (Proverbios 30:24-28); (4) propiedad en modales y conducta (Proverbios 2:1-22); (5) una actitud de asombro y humildad (temor) ante Dios (Job 1:1, Proverbios 9:10); (6) una habilidad para afrontar bien todas las exigencias de la vida.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la sabiduría es un soplo del poder de Dios y una pura emanación de la gloria del Todopoderoso; por lo tanto, nada contaminado entra en ella. Porque ella refleja la luz eterna, un espejo inmaculado de la obra de Dios y una imagen de su bondad. Porque la sabiduría es más hermosa que el sol y supera a todas las constelaciones. Comparada con la luz, ella se muestra superior, pues la sucede la noche, pero contra la sabiduría el mal no prevalece (CCC #2500).
Dios no quiere que tengamos una relación de Transacción sino de Transformación. Por lo tanto, los discípulos cristianos dinámicos son aquellos que (1) CREEN, (2) CRECEN, (3) SIRVEN, (4) AMAN y (5) CONDUCEN a otros a Jesús. El tema de hoy nos invita a ejercer la sabiduría de prepararnos constante y diligentemente para la segunda venida de Cristo, a seguir a Jesucristo más de cerca, a arrepentirnos de nuestros pecados, a ejercer nuestra mayordomía cristiana, a usar nuestro tiempo, tesoro y talentos para amar a Dios. sobre todo, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, participando en las obras de misericordia, cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas y glorificar a Dios.
¿Cómo podemos ser sabios y estar preparados para la Segunda Venida de Cristo?